El camino de las organizaciones hacia el nuevo paradigma de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)
Vivimos en un cambio constante y las organizaciones son las primeras en notarlo, ya que deben guiarse por el nuevo paradigma de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). La lenta entrada de las concepciones sociales, éticas y ambientales en los negocios, la gestión organizacional y la empresa, frente a un mundo tradicionalmente dominado por los referentes clásicos del Management, fundados en los conceptos del hombre económico, la metáfora del mercado como regulador moral del bien social, la competencia (como una visión vulgarizada del darwinismo social y la idea de la “supervivencia del más fuerte”), la ética utilitarista y sus expresiones formales en el individualismo metodológico o la teoría de juegos; están representando importantes cambios disruptivos en sus prácticas, operativas y, sobre todo, en los marcos referenciales de las culturas y estrategias de las organizaciones.
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Y precisamente por ello, esta tendencia y transformación del paradigma de la Gestión y Management Organizacional y de Negocio, puede llegar a ser vivida por los empresarios y gestores como un reto complejo, que exige el aprendizaje y adquisición de nuevas competencias y técnicas clave para afrontar los cambios y la implantación de estas transformaciones en los procedimientos, valores y modelos de gestión, así como un importante cambio de enfoque en las concepciones y los objetivos valorables en la gestión de negocios y proyectos.
Un reto ligado a la creciente exigencia social de un compromiso ético, público y medioambiental a las organizaciones y los negocios, que vendría a añadirse a los requerimientos normativos y obligaciones legales, surgidos en los últimos años en materia de medio ambiente, políticas corporativas de inclusión e igualdad, y las exigencias del cumplimiento normativo, como nueva actitud ética y responsable a incorporar en las culturas organizacionales y el comportamiento ordinario de todos sus empleados.
Estas tendencias promovidas por cambios sociales y culturales, así como por las nuevas demandas del mercado y los consumidores y la creciente normativa reguladora en materia ambiental, de responsabilidad social y ética en la práctica organizacional, se habría consolidado en el caso de nuestro país, con las referencias a los “criterios de sostenibilidad” incorporados dentro de la Ley 9/2017 de “Contratos del Sector Público” y, especialmente, con el R.D. Ley 11/2018 de “Información No Financiera y Diversidad”, que implanta la obligación, para una parte de las empresas y organizaciones, de convertir en una rutina y operativa ordinaria obligada, la práctica ya incorporada en algunas empresas (de manera voluntaria), de registrar y reportar mediante memorias e informes anuales, la actividad y los avances de las organizaciones en materia de sostenibilidad y Responsabilidad Social Corporativa.
El choque y reto que representa para muchas organizaciones y sus gestores la incorporación de estos conceptos y su transposición a las lógicas y prácticas administrativas y de negocio, reside, en gran medida, en que muchos de estos nuevos planteamientos les resultan, en principio, distantes o ajenos a sus concepciones de negocio e ideas estándar de la lógica de la actividad empresarial. Lo que conduce a que, frecuentemente, las nuevas ideas de sostenibilidad organizacional y empresarial sean recibidas con actitudes de extrañeza, y en ocasiones, con una problemática aceptación, cuando no resistencia, a la incorporación de estos temas en su funcionamiento ordinario y procedimientos de gestión.
Tales dificultades y retos para este cambio en los modelos de gestión organizacional y de negocio resultan comprensibles, dado el giro que ello supone en la filosofía de los planteamientos fundacionales y las concepciones de la visión y misión de las organizaciones, que estos nuevos principios representan. Su incorporación a la idea de negocio/organización y a las prácticas corporativas representa un proceso de transformación cultural que, en el caso de organizaciones con estilos y culturas corporativas muy consolidadas, precisará de una importante tarea de información y formación en torno a estos principios, su sentido y sus utilidades, para lograr una incorporación asumida en las prácticas organizacionales, en los distintos niveles funcionales y operativos.
Con vistas a este objetivo de promover la adhesión al nuevo paradigma organizacional basado en la sostenibilidad, una vía clave es lograr, defender y explicar, suficientemente, los retornos y beneficios empresariales que la apuesta por la sostenibilidad aporta a las organizaciones y modelos de negocio. Convirtiendo dicha información, suficientemente fundamentada y soportada en la explicación de sus conceptos, indicadores y métricas de seguimiento, en una acción clave para la aceptación, implantación y consolidación en las culturas y prácticas corporativas de las consideraciones de la sostenibilidad y la Responsabilidad Social Corporativa.
También ha contribuido y apoyado el camino hacia el proceso de cambio en el paradigma de gestión, la incorporación progresiva que se ha venido realizando, dentro de los objetivos organizacionales, durante los últimos 30 años, incorporando aspectos y requerimientos parciales (con carácter normativo o por exigencia de los mercados) relativos a la seguridad en el trabajo y las organizaciones, la salud y bienestar laboral, las buenas prácticas medioambientales, la responsabilidad social e imagen de marca, la calidad y excelencia en los procesos y productos, o la ética en los negocios y reputación corporativa en relación a las redes de suministro y proveedores o colaboradores.
A partir de estos progresivos cambios en aspectos parciales y generalmente tangenciales, al núcleo de la práctica empresarial, como exigencias organizacionales y de mercado, durante los últimos años del pasado siglo, y sobre todo, con las primeras décadas de éste, han ido penetrando en el mundo de la empresa y las organizaciones, ideas, nuevos planteamientos y objetivos, que apuntaban hacía cambios en las formas de funcionar y operar como personas, empresas y sociedades, orientadas a un futuro sostenible de nuestro planeta, capaz de afrontar los retos sociales, ambientales y económicos, que los graves riesgos emergentes nos imponen (crisis ambiental y cambio climático, escasez de recursos fundamentales, pobreza y desigualdades extremas… ).
Los cuales habrían sido integrados, organizados y operativizados, por parte de la ONU, en un planteamiento práctico y sintético de las múltiples dimensiones de la sostenibilidad (ambiental, económica y social) que organiza este modelo aplicado en torno a los “Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS)”, en el año 2015, donde se establecían 17 objetivos, que articulan 169 metas, como referencias y orientaciones a la acción, la evaluación a través de indicadores del impacto de estas acciones, y el seguimiento de nuestras prácticas sociales y organizativas, de acuerdo con un adecuado grado de adecuación y alineamiento de éstas con los objetivos y directrices de este modelo, y sus metas, más concretas y operativas.
El camino hacia este nuevo paradigma de la sostenibilidad, hunde sus raíces en los precedentes y fundamentos de las reflexiones iniciales en torno a las problemáticas de los impactos medioambientales y sociales de los sistemas socioeconómicos en continuo crecimiento, durante las décadas de los sesenta y setenta del pasado siglo, en el marco del “Club de Roma” y la “I Cumbre de la Tierra” en Estocolmo, hasta confluir en el desarrollo conceptual del “desarrollo sostenible”, en las décadas de los ochenta y noventa, con su presentación teórica dentro del Informe Brundtland sobre “Nuestro Futuro Común” y su difusión mediática en la “II Cumbre de la Tierra” de Río de Janeiro, celebrada en 1992; que durante las siguientes décadas comenzará a resultar en múltiples iniciativas y programas orientados a articular acciones y estrategias operativas hacia el objetivo genérico de la sostenibilidad.
Finalmente, la propuesta de los “Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)” de 2015, supondrá un desarrollo operativo más amplio e integrador, para la promoción de acciones coordinadas y convergentes, en búsqueda de un equilibrio de los objetivos económicos, medioambientales, sociales y de salud y bienestar de las todas poblaciones y grupos humanos, sobre criterios de equidad y sostenibilidad (temporal, ecológica y social).
Con la incorporación de estas nuevas dimensiones sociales, éticas y ambientales en la definición de los modelos organizacionales y de negocio, se daba paso a nuevos principios y objetivos que primero, de modo periférico, y progresivamente después, penetrando en la estrategia de las organizaciones, han ido dirigiendo ésta hacia nuevos ámbitos de actividad, materializados en objetivos generales y específicos orientados a:
- La imagen de marca y de Responsabilidad Social Corporativa, como empresas “con propósito”, con una “función social” y “social y ambientalmente responsables”.
- La incorporación de ese propósito y función social a la propia definición de la misión, visión y valores del negocio u organización.
- La incorporación y uso de indicadores sociales y de sostenibilidad, como parte necesaria para la métrica, gestión y definición operativa del modelo de negocio, en el marco del nuevo paradigma de la sostenibilidad; dentro de los procedimientos ordinarios de análisis, valoración y seguimiento de resultados de empresas y proyectos.
- La inclusión de protocolos y procedimientos de estudio de la trazabilidad de la diligencia debida, en el planteamiento y la operativa de los negocios y proyectos, y la coordinación de las actividades y objetivos con nuestra línea de colaboradores y proveedores.
La incorporación de estos nuevos conceptos, técnicas de análisis, indicadores y metodologías de seguimiento de la eficacia y eficiencia de los negocios, suele ser recibida desde el extrañamiento y el recelo por los equipos de dirección y gestión de la mayoría de organizaciones, normalmente conformados por gestores económicos, juristas e ingenieros, habitualmente ajenos a estos conceptos; y frente a los cuales, suelen mostrarse recelosos y con desconfianza, así como reticentes a su aceptación como parámetros válidos de análisis, seguimiento y reporte del rumbo de sus negocios y organizaciones.
Lo que supone un reto para la implantación de estas nuevas orientaciones en la gestión de proyectos y organizaciones, que sin embargo, puede encontrar importantes puntos de apoyo en el uso de técnicas y herramientas con un rigor metodológico capaz de dar solidez a su defensa y credibilidad a éstas como recurso operativo, mostrando sus aportaciones, ventajas y retornos en la gestión de proyectos y organizaciones.
Entre las ventajas y oportunidades que cabe esperar y defender, como resultados de esta adhesión al nuevo paradigma de la sostenibilidad de organizaciones, negocios y proyectos empresariales, cabe considerar beneficios tangibles en la gestión bajo principios de sostenibilidad, tales como:
- Incremento de la capacidad organizacional de adaptación y flexibilidad a los entornos cambiantes e inciertos, a partir de la sostenibilidad y la diversidad como recursos y valores a poner en curso para el afrontamiento de riesgos y externalidades múltiples.
- Mejoras en la reputación e imagen corporativa, como un valor adicional para la compañía u organización, en el mercado, y frente a la sociedad, en general.
- Incrementos del bienestar organizacional y la reputación interna, como motores del engagement, de una experiencia positiva de empleados y colaboradores, la mejora del compromiso con los proyectos y las compañías, y el alineamiento del grupo con los valores y estrategia de la organización.
- Facilitación del cumplimiento normativo y el ajuste a los requerimientos legales y regulaciones en materias de seguridad y salud, exigencias medioambientales, transparencia, compromiso ético, igualdad e inclusión…
- Facilitación de los exigentes procesos de certificación en acreditaciones vinculadas a la sostenibilidad, Responsabilidad Social Corporativa, equidad y bienestar organizacional, etc; como factores de mejora interna, y al tiempo, de mejor posicionamiento diferencial y reputacional, en los mercados y frente a la sociedad.
- Reducción de costes por la identificación y control de ineficiencias y disconformidades en los análisis y procesos organizacionales.
- Reducción de riesgos de seguridad, salud, medioambientales, financieros, sancionadores…; y de sus costes.
Adicionalmente, a la creciente exigencia social y de los mercados de valores y propósitos de sostenibilidad y responsabilidad social, se suma la regulación normativa, que en el caso de España ha derivado en el desarrollo regulatorio del R.D. 11/2018, como trasposición de la Directiva 2014/95/EU sobre “Información No Financiera y Diversidad”, que obliga a la elaboración anual y presentación ante registro de memorias y/o informes anuales de “Información Integrada y de Sostenibilidad”, por el momento, en el caso de empresas que cumplan las condiciones requeridas de una alto volumen de negocio o actividad, o que estén incluidas dentro de la categoría de “Entidades de Interés Público” (EIP).
Como herramientas a disposición de las empresas y organizaciones para abordar esta tarea laboriosa de reportar sobre los aspectos múltiples de su información no financiera y de sostenibilidad, disponemos de distintos referentes metodológicos de indicadores y criterios de evaluación de la sostenibilidad, validados y reconocidos dentro de la norma española de referencia (R.D. 11/2018), como son el referente-guía de los ODS y su expresión en el Pacto Mundial de Naciones Unidas, la detallada metodología GRI (Global Reporting Inititiave) o la Norma Internacional ISO 26000, como los sistemas más ampliamente usados; aunque abiertos a la flexibilidad de un metodología general orientada a la aplicación flexible y práctica de estas técnicas a una amplia variabilidad organizacional y empresarial.
El uso de estas metodologías permite una descripción detallada y organizada de las acciones y actividad de nuestras organizaciones en los distintos ámbitos particulares de cumplimiento de los objetivos de sostenibilidad. Y su registro organizado y comparable en el tiempo y respecto a referentes sectoriales y externos, ofreciendo una herramienta rigurosa y útil para la mejora continua de procesos, acciones y resultados.
Con la incorporación de estas metodologías de seguimiento de la actividad empresarial, de acuerdo con principios de sostenibilidad, responsabilidad y propósito social, cabe esperar la penetración de este cambio de paradigma, incorporándose progresivamente a la cultura organizacional, en sus valores y en sus prácticas, en su lógica operativa y de negocio, a la hora de valorar resultados, de planificar y evaluar proyectos e iniciativas.
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Así como en el examen de sus colaboradores y proveedores, construyendo una cadena de valor multiplicativa, y consolidando redes de empresas y organizaciones ligadas a la diligencia debida de adhesión al nuevo paradigma en uso, las buenas prácticas organizacionales en materia de sostenibilidad y responsabilidad organizacional, acostumbradas al manejo e incorporación en su gestión de indicadores sociales, ambientales y socioeconómicos de evaluación de proyectos e iniciativas empresariales, que habrán de ser incorporados a la práctica evaluativa de los resultados de la actividad organizacional, junto al uso común de “Informes de Información No Financiera” y “Memorias de Sostenibilidad y RSC”, basados en metodologías rigurosas, sistemáticas, replicables y comparables, que permitan el seguimiento de los avances y progresos dentro de este nuevo modelo de práctica de la actividad organizacional y de negocio.
Una tendencia que no sólo cabe esperar que vaya ampliando su alcance dentro del paradigma estándar de gestión organizacional, sino que, muy posiblemente, se verá refrendado con una creciente normativa y regulación que se ampliará a la práctica totalidad de la actividad económica, que deberá sumarse e integrarse en los nuevos modelos de gestión.