EL «NO» COMO FILOSOFÍA DE EFICACIA
Cuando te levantas cansado, el café ya no te hace efecto, vas con los hombros encorvados, sales del trabajo con la sensación de falta de aire y tu pareja, hijos o familiares nada más entrar en casa te preguntan si estás bien, detente. Es el momento de detenerse y analizar qué está sucediendo.
La sobrecarga de trabajo, actividades, deberes y obligaciones, ocasiona estrés, ansiedad, falta de productividad y un aumento del error. Una de sus causas, que se erige como un obstáculo al que se enfrentan los trabajadores en su día a día laboral, es el miedo a decir “no”. Contestar no ante una tarea más o un puesto de trabajo para el que no se está preparado.
Cuando el director aparece para asignarte una nueva labor que se suma a la larga lista de pendientes que ya arrastras por falta de tiempo parece que el mundo se venga encima y ni si quiera se te pasa por la cabeza la posibilidad de decir “no”, ¿por qué?
Por miedo a las represarías, a que se piense que no eres efectivo, miedo a generar la sensación de fallo, de que repercuta en la seguridad del puesto,… El miedo es el peor enemigo de la creatividad, el rendimiento y la innovación. La sobrecarga laboral genera déficit de productividad, propicia el error y crea malestares como el estrés y la ansiedad. Estos son los síntomas más obvios. Lo que en muchas ocasiones se olvida es que también conlleva la degradación de la confianza en uno mismo.
Cuando se acepta una situación a la que, después de un razonamiento lógico, queremos decir no porque nos encontramos sobrepasados se instaura la sensación, cada vez mayor, de incapacidad, frustración e inseguridad lo que mina la autoestima y seguridad en uno mismo.
Decir no es factible y nosotros te vamos a enseñar unas cuantas técnicas para llevarlo a cabo.
Asertividad:
A la hora de negar algo es imprescindible la asertividad. La asertividad es un modo de comunicación basado en el respeto y la argumentación con un tono neutro. En ocasiones se piensa que es mejor callar para no generar ningún conflicto. Sin embargo, el efecto que se obtiene es el contrario. Uno va guardando su descontento e inconformidad hasta que finalmente estalla no dejando espacio para una comunicación efectiva. Sí, pero ¿cómo ser asertivo?
Comunicando las opiniones y necesidades con respeto.
Manteniendo un tono de voz medio y evitando el elevado o agresivo. Los profesionales de recursos humanos tampoco recomiendan bajar el tono ni la mirada para que el mensaje no pierda credibilidad.
Enfocando tu discurso en cómo tú estás sintiendo los acontecimientos, en lugar de culpabilizar al otro. Es decir, empezar: “quiero dedicarle un poco más de tiempo a el presupuesto para asegurarme que no haya error, ¿la lista de envíos puede esperar a mañana?”, en lugar de: “si me lo entregas a estas horas no puedo hacer nada hasta mañana”.
Control
Un factor fundamental para una óptima productividad y eficacia es la organización y el control de la situación. Cuando te asignen una nueva tarea pide más datos, trata de que te concreten una fecha de entrega o la prioridad que le otorgan. De esta manera podrás reorganizar las demás labores pendientes sabiendo el nivel de urgencia e importancia de cada una.
Imagen
Decir no de vez en cuando refuerza la imagen. Sí, en estos momentos puede que te hayas preguntado: “¿en serio?”. Si, un trabajador que tiene personalidad y mantiene su carácter cuando es debido es respetado y demandado por los departamentos de recursos humanos. Seamos un poco más específicos. Cuando hablamos de tener carácter nos referimos a poseer un sistema de raciocinio y confianza suficiente para poder analizar la situación y decir no cuando realmente se necesita decir no. Un trabajador que a todo asiente y acepta todos los trabajos, pero luego por falta de tiempo, estrés,… entrega un resultado deficiente genera muy mala imagen porque sus resultados no son los óptimos. Los directivos se sienten más seguros si tienen en su equipo a gente consciente de sus capacidades y que cuando dice sí es porque va a proporcionar unos resultados interesantes y eficientes.
Es preferible aprender a decir no que caer en un sistema de queja constante. No solo porque afecta a tu eficacia y desarrollo profesional si no porque, además, se extenderá a tu vida personal. La queja constante corrompe poco a poco el espíritu haciendo que solo veas y te concentres en las cosas negativas. La queja es contraria a la innovación, a la motivación, a un ambiente laboral óptimo y al disfrute de la vida.
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