Renting, Leasing o Factoring: ¿Qué tipo de financiación necesita mi empresa?
Es normal que una empresa necesite financiación para seguir creciendo, para ser más competitiva o simplemente para mantenerse a flote. Los préstamos bancarios han sido siempre el medio más habitual de financiación, pero cada vez son más los negocios que recurren a otro tipo de soluciones, como el renting, el factoring o el leasing.
Este tipo de fórmulas financieras son de gran utilidad para ayudar a la economía de cualquier empresa, pues en lugar de ofrecer capital, facilitan prestaciones como la agilización del cobro o el pago de facturas, y permiten que las empresas puedan adquirir equipamiento e infraestructuras en régimen de alquiler sin tener que comprar ni asumir grandes inversiones.
Vamos a descubrir en qué consiste cada una de estas herramientas de financiación y cuál es la que más se ajusta a las necesidades de tu compañía.
RENTING
El renting es un modelo de financiación basado en un contrato de arrendamiento financiero, es decir, una empresa pone a disposición de un solicitante (ya sea otra empresa o un particular) un bien que este necesita. A cambio, el solicitante paga una renta periódica que incluye el uso del bien y su mantenimiento.
También suele ser habitual incluir un seguro que cubra posibles contingencias, por lo que, en el contrato se incluyen todos los servicios relacionados con el bien arrendado. Esto quiere decir que si financiamos un vehículo, el seguro del coche, las revisiones, la ITV o el cambio de neumáticos, entre otros, estarían incluidos. Sin embargo, otros costes intrínsecos del vehículo, como el combustible, no entrarían en la cobertura.
El bien es alquilado durante un periodo de tiempo que se establece entre el arrendatario y el arrendador. Cuando haya finalizado el plazo, se procederá a la devolución del bien. Los vehículos de empresa, las placas fotovoltaicas, los equipos ofimáticos, informáticos o de comunicación, y la eficiencia energética para la Administración Pública son algunos de los bienes que más se alquilan gracias al renting.
Para conocer mejor este tipo de financiación empresarial resulta interesante conocer sus características principales:
- Amortización periódica: se facilita el pago del bien durante el periodo pactado, como ocurre con cualquier alquiler. No hay que pagar todo al contado, por lo que no se compromete la liquidez de la empresa.
- Dificultad baja: los trámites contables que conlleva la contratación a través del renting son muy sencillos.
- Ventajas fiscales: el contrato no figura como un activo o pasivo en el balance de la empresa, sino como un servicio, es decir, cuenta como un gasto adicional. Además, si el bien alquilado pertenece a la actividad laboral, desde el punto de vista fiscal es posible la deducción del IVA y del IRPF de dicho bien.
José Coronel de Palma, presidente de la Asociación Española de Leasing y Renting (AELR), destaca el auge del renting: “El colectivo de usuarios que recurren a esta solución es grande y sigue creciendo”. A continuación, vemos la comparativa de los contratos que se hicieron en renting en los años 2020 y 2021:
Si tenemos en cuenta el año 2022, el primer semestre también ha sido favorable para el renting, pues su crecimiento ha sido de más del 80% respecto al de 2021, según la AELR.
LEASING
El leasing es otra fórmula de financiación a la que pueden optar las empresas. Se trata de un contrato de alquiler, pero con la particularidad de que ofrece la opción de compra una vez haya finalizado el acuerdo, es decir, permite la adquisición de activos mobiliarios e inmobiliarios.
La empresa suele requerir algún tipo de bien, como equipamiento o una instalación, y el proveedor se lo facilita a cambio de un contrato de arrendamiento financiero. Si se trata de un bien mueble (maquinaria, mobiliario, ordenadores), la duración mínima del contrato es de dos años; si se trata de una propiedad inmobiliaria (terrenos, construcciones), la duración del contrato pasa a ser de diez años. Cuando finaliza el plazo, la empresa solicitante tiene varias opciones: adquirir el bien pagando el valor residual; renovar el contrato de arrendamiento; o entregar el bien en leasing a la empresa.
Cabe destacar que dentro del leasing, hay dos tipos de operaciones:
- Financieras: el arrendador no se compromete al mantenimiento de la propiedad adquirida.
- Operativas: el arrendador proporciona el mantenimiento.
En cuanto a las características de este tipo de financiación empresarial, destacan:
- Pago por cuotas: este tipo de contrato tiene el objetivo de terminar en compra, por lo que las cuotas que se vayan abonando en concepto de alquiler, serán descontadas del precio final cuando acabe el contrato y finalmente se decida comprar.
- Servicios y gastos asociados: a diferencia del renting, mediante esta fórmula de financiación sí se deben pagar los servicios asociados al bien que se haya alquilado.
- Gastos tributarios: como por esta vía se paga una cuota de amortización, sí tiene que aparecer en el ejercicio fiscal de la empresa y cuenta como un gasto tributario.
- Ahorro: permite que la empresa pueda ahorrarse los grandes desembolsos iniciales que conlleva la obtención de estos bienes que pueden ser fundamentales para la actividad del negocio.
- Beneficios fiscales: no requiere de trámites complejos para disponer del bien en cuestión.
En cuanto a conocer la evolución de los contratos de leasing, observamos en el siguiente gráfico cómo, en 2021, las empresas españolas invirtieron un 33% más de financiación para activos inmobiliarios que en 2020.
Por último, es necesario saber que existe un caso especial dentro del leasing conocido como lease back. Se trata de una operación mediante la cual el cliente vende un inmueble a una sociedad de leasing, pero preserva su uso en calidad de arrendatario y con la alternativa de compra al final del contrato. Esta opción permite que el cliente consiga liquidez o capital para otras actividades.
¿Qué me conviene más: renting o leasing?
El renting y el leasing permiten a cualquier empresa, sin importar su tamaño, disponer de bienes como inmuebles o vehículos sin necesidad de invertir grandes cantidades de dinero, pero hay que saber qué tipo de financiación es la que más se adapta a tu empresa en función de las prioridades y necesidades que se tengan:
- Renting. Es aconsejable si tu empresa no quiere asumir más gastos que el de la cuota de alquiler, la cual permite disponer de unos bienes renovados cada cierto tiempo y usarlos sin ningún otro tipo de compromiso. Está más enfocada al uso de determinados elementos en un corto periodo de tiempo.
- Leasing. Es aconsejable si tu empresa quiere adquirir los bienes para utilizarlos a largo plazo porque ofrece la opción de comprar en diferido y, una vez cese el contrato, obtener el bien en propiedad.
Por lo tanto, la diferencia más notable es que con el leasing no se fija la adquisición del bien cuando acaba el contrato; mientras que con el renting, las cuotas se pueden considerar como un gasto desde el aspecto contable y se pueden deducir en el IVA o en el IRPF. También aporta más flexibilidad mientras duran los contratos porque no existe limitación legal.
El presidente de la Asociación Española de Leasing y Renting afirma que estas dos figuras son muy importantes porque “llegan a financiar en las empresas hasta un tercio de sus inversiones”. Sin embargo, existen otros modelos de financiación, como el factoring, que también puede ser útil para otro tipo de empresas.
FACTORING
El factoring es una herramienta que permite la financiación de las facturas a cobrar, es decir, la empresa obtiene servicios de cobertura contra la insolvencia de los clientes, tanto a nivel nacional como internacional.
En otras palabras, esta solución permite que la empresa adelante a un tercero el cobro de una factura emitida a crédito por la venta de un producto o la contratación de un servicio. Así, el cobro de una factura a 30, 60 o 90 días se convierte en dinero instantáneo.
La Asociación Española de Factoring (AEF) estima que el uso de este instrumento financiero aumentó en 2021 un 11,5% con respecto al año anterior, pues se llegaron a alcanzar los 98.979 millones de euros.
Y es que, el factoring simplifica procedimientos internos contables y resulta especialmente útil cuando se realiza un gran número de ventas a crédito o cuando surgen necesidades de liquidez de forma puntual que no pueden ser cubiertas de forma ordinaria por el retraso del pago de facturas. La empresa que contrata el servicio de factoring no asume el riesgo de impago en el caso de que el deudor no pague la factura a la entidad de factoring, por lo que se consigue financiación al instante sin asumir ningún riesgo y sin necesidad de preocuparse por tener que asumir desembolsos.
Además de estas garantías frente a posibles suspensiones de pagos o insolvencias, cuando una empresa contrata un servicio de factoring recibe servicios añadidos como: la clasificación y administración de la cartera de clientes, la financiación del circulante mediante anticipos o la gestión del cobro de las facturas.
Por lo tanto, se trata de una fórmula de financiación que suele servir de mayor utilidad para autónomos o pymes que no puedan disponer de una línea de crédito convencional, pues se pasa a disponer de un único cliente que paga al contado. Sin embargo, suele ser un producto caro de contratar y algunas actividades, como aquellas relacionadas con productos perecederos, pueden quedar excluidas.
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En definitiva, todos los métodos de financiación que hemos visto aportan ventajas en común como: la agilización de la gestión interna del negocio, la mejora en la relación cliente-proveedor o la liberación de recursos para destinar a otras áreas. Sin embargo, aunque pueden parecer figuras parecidas, cuentan con notables diferencias que conviene conocer para elegir la que más favorezca a nuestra empresa. ¿Sabes ya cuál es la mejor para tu negocio?
No hay que olvidar que, a la hora de decantarse por una de estas fórmulas de financiación, es aconsejable disponer de ayuda. Una buena opción es estar asesorado por un gestor de cualquier entidad bancaria que pueda ayudar al empresario a resolver cualquier duda que le pueda surgir y tomar así la decisión más acertada.
Si por el contrario, quieres ser tú mismo quien decida el tipo de financiación que más se adecúa a tu empresa, una excelente opción para saber hacerlo es formarte en el sector financiero. Con el Máster Oficial Online en Dirección y Planificación Financiera de la Escuela de Negocios de la Universidad Europea Miguel de Cervantes (UEMC), serás capaz de analizar, valorar, planificar, tomar decisiones, controlar y diseñar la actividad financiera del negocio.
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