¿HAY QUE SUBIR EL SALARIO MÍNIMO?
El salario mínimo está en boca de todos: representantes políticos, analistas económicos, expertos de las finanzas. El partido griego de Syriza lo ha convertido en uno de los puntos cruciales de su programa político, por ejemplo. Mucho se ha teorizado acerca de la conveniencia de modificarlo al alza o a la baja y de si ello tendría su impacto en el progreso social, la igualdad laboral y el empleo, e incluso en la recuperación. Pero, ¿qué efectos verdaderos conlleva tocar el Salario Mínimo Interprofesional (SMI)?
Se puede decir que el SMI hace las veces de barrera, de escudo frente a las partes empleadoras que por mucho que quieran mejorar sus márgenes de beneficio y costos, deben atenerse a un límite de negociación. En España no son muchos los trabajadores que cobran este mínimo (según un informe de Eurostat solo el 0,2% sobre el total de empleados), pero eso no es óbice para dejar de trabajar en este sentido.
Recientemente el Gobierno ha fijado el SMI en 648,60€, lo que supone un incremento del 0,5% respecto al año pasado, subida que debería considerarse insuficiente si lo comparamos con los datos del resto de países de la Unión Europea (España es el cuarto país que menos ha incrementado el salario mínimo en los últimos años, tan solo por detrás de Grecia, Irlanda y Croacia) y representa un 41% del estipendio medio recibido por la población activa, cifra aún muy por debajo del 60% aconsejado por la Carta Social Europea.
Ello ha provocado que desde diferentes sectores políticos y sindicales, se reclame una mayor subida del SMI como garantía de acceso a unas mejores condiciones de vida para los trabajadores que menos dinero perciben en sus nóminas, que se ven en dificultades para llegar a fin de mes, y también serviría para fomentar el compromisoy la seguridad laboral en el empleado, lo que en un mercado tan flexible y tan volátil, redundaría en una mayor productividad.
Por otro lado, hay quién piensa que este salario mínimo aún debería bajar más, pues fomentaría las contrataciones y la creación de empleo, mientras que subirlo tan solo serviría para crear inflación y mayor defraudamiento, tesis que no ha terminado de demostrarse pues afecta a una cantidad tan reducida de individuos que se cree que el Índice de Precios al Consumo apenas se vería alterado. Además, desde los sindicatos se argumenta que la bajada del SMI tendría como consecuencia directa un empeoramiento del tipo de empleo y de las condiciones del mercado laboral.
Es de esperar que de aquí a las elecciones los diferentes partidos hagan sus propuestas en relación a este apartado, así que el debate continúa: ¿procede o no subir los salarios mínimos?