¿QUÉ DEPARARÁ EL 2015 PARA LA ECONOMÍA ESPAÑOLA?
Viene estando en boca de todos desde el estallido de la crisis. Algunos la han abrazado sin remordimientos, con el optimismo que sólo los tiempos difíciles parecen despertar, otros en cambio, no terminan de fiarse, escépticos. Es la recuperación de la economía española, y según ciertos indicadores económicos y expertos analistas, ha comenzado por fin a hacer acto de presencia. Hay quién de hecho afirma que el 2015 será su año. Sin embargo, ¿qué hay de cierto en todo ello?
Precisamente, desde el Gobierno recalcan una y otra vez su compromiso con las reformas y su empeño en no dejar marchitar el buen ritmo que parece estar cogiendo la economía española. El propio presidente Mariano Rajoy recordaba recientemente en su discurso de fin de año que ya se advierten ciertos signos de recuperación, y que con el fin de confirmar esta mejoría, se han aprobado nuevas medidas: las pensiones subirán, así como el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y se ha dado luz verde al nuevo mecanismo de asistencia financiera a las comunidades autónomas al 0% de interés.
Hasta el sector inmobiliario, popularmente conocido como “mercado del ladrillo”, que tantos pesares y dolores de cabeza ha ocasionado, parece despertar de su particular letargo, siendo el 2014 el primer año que termina en positivo desde que irrumpió la crisis; han subido las ventas y la inversión y bajan las hipotecas, dado que el euríbor continúa en mínimos históricos. Además ha descendido ligeramente el paro, con un aumento de afiliados de 417.564 en la Seguridad Social, el primero desde 2007, y el consumo doméstico, uno de los principales motores de la economía, ha experimentado un ligero incremento. La prima de riesgo ha descendido hasta mínimos históricos… ¿es que hay opción para el milagro español?
Lo cierto es que lejos del entusiasta optimismo manifestado desde diferentes medios especializados, aún queda mucho camino por recorrer para poder hablar abiertamente de recuperación. Uno de los mayores obstáculos a los que se enfrenta el desarrollo económico español estriba en la deuda pública, cuyo volumen no deja de crecer. De las variaciones porcentuales sobre determinados diferenciales y los datos macroeconómicos poco sabe el ciudadano de a pie, que vive acuciado por preocupaciones más concretas y tangibles, como son el paro o la progresiva presión fiscal tanto a nivel particular como profesional.
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Todo hace indicar que habrá que esperar un poco más para comenzar a notar los beneficios de la supuesta buena marcha de la economía española. Algunos factores que están propiciando su tímida fase expansiva escapan de hecho al control de sus propios gestores y han creado una corriente de viento favorable que ni ellos mismos esperaban. La caída del precio del barril del petróleo (España es un país comprador, no productor), la devaluación del euro frente al dólar (que beneficia sobremanera a las exportaciones) o los anuncios que llegan desde la Unión Europea (se mantiene el mínimo histórico de los tipos de interés, y se rumorea fuertemente con la aplicación de nuevos estímulos para las economías de la Unión) son buena muestra de ello.
Las previsiones más optimistas pasan porque en este año recién comenzado continúe bajando la tasa de desempleo, exista un acceso más fluido y veraz al crédito y se relaje la presión fiscal. Si bien es cierto que la tendencia de la economía puede haberse corregido en cierta manera, aún resulta precipitado afirmar que el 2015 será el año de la recuperación.