INTELIGENCIA EMOCIONAL
¿Qué es la Inteligencia emocional?
El concepto de inteligencia emocional es relativamente joven, puesto que las definiciones de inteligencia se centraban siempre en los aspectos cognitivos, pero no en los no cognitivos que comenzaron a ser estudiados aproximadamente en los años ochenta.
Bien es cierto que Thorndike en 1920 ya mencionaba la inteligencia como también una inteligencia social en donde se describía la habilidad para comprender y motivar a otras personas. O David Wechsler en 1940 describía la influencia de factores no intelectivos sobre el comportamiento inteligente. Lo que implicaba reconocer la importancia del manejo de las emocionas en tanto todas las decisiones humanas por triviales que parezcan están influenciadas e involucran las emociones.
Pero no fue hasta los años ochenta con Howard Gardner que se introdujo la idea de la inteligencia interpersonal como la capacidad para comprender las intenciones, motivaciones y deseos de otras personas y la inteligencia intrapersonal como la capacidad para comprenderse a uno mismo, apreciar los sentimientos, temores y motivaciones propios. (MARTIN y BOECK, 1997)
Daniel Goleman y la Inteligencia Emocional
Pero quien utilizó el término propiamente dicho de “inteligencia emocional” fue Wayne Payne, en su tesis doctoral: Un estudio de las emociones: El desarrollo de la inteligencia emocional” (1985) pero no fue hasta la publicación de Daniel Goleman, Inteligencia emocional: ¿Por qué puede importar más el concepto de cociente intelectual?, (1999) cuando éste término se popularizó.
La propuesta de Goleman (1995) nace a partir de comprender el gran poder de las emociones sobre la mente pensante, y la causa del frecuente conflicto entre los sentimientos y la razón, a partir de considerar la forma en la que ha evolucionado el cerebro.
Es decir, “la región más primitiva del cerebro es el tronco encefálico, que regula las funciones vitales básicas, como la respiración y el metabolismo. De este cerebro primitivo emergieron los centros emocionales que, millones de años más tarde, dieron lugar al cerebro pensante, el neocórtex”. (Goleman, 1995. Pp. 31) Goleman (1995) muestra cómo el hecho de que el cerebro emocional sea muy anterior al racional y que éste sea una derivación de aquél, revela con claridad las auténticas relaciones existentes entre el pensamiento y el sentimiento.
Esto lleva a afirmar que, el neocórtex permite un aumento de la sutileza y la complejidad de la vida emocional porque, en estos asuntos, delega su cometido en el sistema límbico. Esto es lo que confiere a los centros de la emoción un poder extraordinario, según lo afirma Goleman, (1995, pp.8) para influir en el funcionamiento global del cerebro, incluyendo a los centros del pensamiento. Y de allí nace la importancia de la inteligencia emocional como una serie de actividades que sirven para apreciar y expresar de manera justa nuestras propias emociones y las de otros y para emplear nuestra sensibilidad a fin de motivarnos, planificar y realizar de manera cabal nuestra vida.
En las situaciones de la vida humana hay, por lo tanto, una participación emocional fundamental que puede llevar a que una acción culmine de modo exitoso o inferir de manera negativa en el desempeño final.
Cada emoción permite una disposición definida a la acción, de manera que el repertorio emocional de la persona y su forma de operar influirán decisivamente en el éxito o fracaso de las tareas emprendidas. (Goleman, 1995). Y fue a este conjunto de habilidades socio-emocional lo que Goleman definió como Inteligencia Emocional, que a su vez puede ser inteligencia intrapersonal, la capacidad de formar un modelo realista y preciso de uno mismo, y la inteligencia interpersonal, la capacidad de comprender a los demás, qué los motiva, cómo operan, cómo relacionarse adecuadamente, entre otras cosas.
A partir de lo anterior, Dora Stelzer (S.F.) afirma que es importante concientizar a las empresas sobre el impacto favorable que podría tener desarrollar este tipo de inteligencia en su gente. Es decir, la forma cómo los individuos se sienten tiene una influencia fundamental en su comportamiento laboral.
Y así como los sentimientos son un factor importante en el mundo del trabajo, también, las organizaciones son el lugar perfecto para promover el aprendizaje de las competencias de la inteligencia emocional. Por lo tanto, el trabajo cumple un rol central en la vida de las personas, en su identidad, autoestima y actitudes.
También para Stelzer (S.F.), es fundamental para la empresa desarrollar la Inteligencia Emocional puesto que a través de ésta se puede optimizar el desempeño personal, la comunicación y el clima laboral. Además, la gente sentirá que es tomada en cuenta lo que podrá disminuir el ausentismo y la rotación, así como aumentará mayor adaptabilidad a los procesos de cambio, porque se sabrá manejar el miedo y la incertidumbre.
También, se facilita los procesos de cambio de cultura, y se podrá solucionar conflictos con mayor facilidad y hasta prevenirlos, resolverlos y lograra así una mejora en las relaciones interpersonales e integración de los equipos de trabajo. La importancia del capital emocional en la organización es, por tanto, indiscutible y puede convertirse en una fuente de energía positiva o negativa.
AUTOR: María Teresa Martí Rico