Banca Islámica: una forma alternativa de entender las finanzas
Junto a la banca tradicional que todos conocemos existen otros modelos de hacer banca en el mundo como es el caso de la banca islámica. Este tipo de banca, si bien presenta características especiales que la diferencian del resto, al mismo tiempo es parte del sistema financiero global. En algunos países como Malasia, Irán o Arabia Saudí los bancos islámicos son las principales instituciones financieras del país.
En otros como Indonesia, Bangladesh o Turquía si bien no constituyen el grueso del sistema financiero, sí que cuentan con una importante cuota de mercado. Si nuestra empresa trabaja en esos mercados, ya sea mediante filiales o comprando o vendiendo mercancía, es muy probable que nos tengamos que relacionar con este tipo de entidades y conviene conocer en qué consisten y cómo funcionan.
En la economía global, y especialmente en el mundo financiero, el capitalismo como forma de funcionamiento económico es absolutamente dominante. Sin embargo, las peculiaridades religiosas y culturales que presentan ciertas sociedades han provocado la aparición y crecimiento de una forma alternativa de entender las finanzas como es la banca islámica.
La banca islámica que hunde sus raíces en la sharía o ley islámica puede ser considerada una mezcla entre el compromiso ético y la fe en el islam. Su impacto en el sistema financiero global es todavía muy limitado y apenas alcanza el 2% del mismo, aunque sus niveles de crecimiento y sus perspectivas futuras no son nada desdeñables.
Sin embargo, este peso reducido en las finanzas internacionales no es uniforme, ya que en algunos países su peso en el conjunto del sistema financiero nacional es muy destacable. Son los casos, por ejemplo, de Malasia, Arabia Saudí, Irán, Emiratos Árabes, Qatar, Indonesia o Turquía.
Te puede interesar: El avance del liderazgo femenino ya es real, ¿y en el sector legal?
La sharía comprende un conjunto de leyes que se basan en el Corán y que regulan de forma general muchos aspectos de cómo actuar y desenvolverse en la vida, abarcando desde las costumbres sociales a la política y la economía. En este sentido, existe una autolimitación ética y religiosa en el funcionamiento de los bancos islámicos y ello es consecuencia de su necesaria conformidad a las leyes islámicas, así como por una creciente presión por parte de la población musulmana por desenvolverse en el mundo financiero de acuerdo a los preceptos que ordena su fe musulmana.
Su base de negocio es similar al de la banca tradicional: recibir depósitos y conceder créditos. Sin embargo, todas sus similitudes finalizan aquí, presentando este modelo una serie de peculiaridades que lo hacen muy diferente a la banca tradicional internacional. No obstante, aunque la obtención de beneficios sea su objetivo común, su consecución presenta una serie de límites marcados por su modelo ético-religioso y por las diversas interpretaciones de este modelo.
Aunque la existencia de la banca islámica data de los años posteriores a la muerte del Profeta, donde se establecieron sus principios básicos acordes a las enseñanzas del Corán, no fue hasta hace cincuenta años cuando se desarrolló esta forma alternativa de hacer banca.
Una forma de hacer banca que, por una parte, adapta los instrumentos financieros que ofrece a sus clientes a la ley islámica, pero que al mismo tiempo, está inserta en el sistema financiero internacional al que está íntimamente conectado, al ser los bancos islámicos un operador más en lo que a la transferencia o recepción de fondos se refiere. Y es que este tipo de bancos, aunque presenten una serie de peculiaridades, no dejan de forman parte del sistema financiero internacional, interactuando de forma intensa con el mismo.
Los primeros bancos islámicos surgieron en los países del Golfo Pérsico en los años setenta como consecuencia principalmente de dos factores: por una parte, del creciente enriquecimiento derivado de la exportación de petróleo y, por otra parte, del final de los protectorados europeos en la zona. Ambos factores propiciaron que estos pueblos comenzaran a acumular ingentes cantidades de riquezas, al mismo tiempo que comenzaban a sentir una verdadera libertad para autoorganizarse como colectivo y, de esta forma, poder regir sus vidas de acuerdo a los principios marcados por la doctrina islámica.
Objetivos de la Banca Islámica
Como cualquier entidad financiera tradicional, la banca islámica pretende a través de la intermediación, generar riqueza y activar la economía a través de una oferta de productos y servicios bancarios desarrollados según las reglas del islam.
Invertir en un negocio, comprar una vivienda, incluso colocar ahorros, también son necesidades financieras que deben ser satisfechas para la población musulmana y la respuesta a dichas necesidades se propició con la creación de los bancos islámicos.
El primer principio que caracteriza a este tipo de entidades es la prohibición del pago o la aceptación de tasas de interés por préstamos o la colocación de dinero, respectivamente. Pero no solo estamos hablando de usura, si no que el término islámico Riba hace referencia a cualquier tipo de interés. Es decir, todo pago predeterminado por encima del principal está prohibido.
El dinero no es más que un objeto de intercambio, no tiene valor en sí mismo y, por consiguiente, no debería permitirse que diera origen a más dinero por el sólo hecho de ser colocado en un banco a través de un depósito o, prestado a otro individuo. Así, atendiendo a este principio no se admitiría por parte de estas entidades la emisión de tarjetas de crédito que cobrasen un interés por disponer de dinero durante el tiempo que va desde la utilización de la tarjeta de crédito en la realización de una compra hasta su cargo en la cuenta corriente.
Un segundo principio es que tanto el prestamista como el prestatario deben ser partícipes tanto de las pérdidas como de las ganancias derivadas del negocio o proyecto objeto del dinero prestado. La ley islámica promueve que tanto el proveedor como el usuario del capital deben participar de los beneficios, así como de las pérdidas de los negocios en los que concurren. De este punto emerge el principio en el que la sharía promueve las inversiones con el objeto de que toda la comunidad pueda beneficiarse.
Por consiguiente, el alcance de esta actuación penaliza a los poseedores de capital que decidan no invertir ni asumir riesgos (a través de una devaluación de su capital al permanecer ociosos esos fondos). Acumular dinero es considerado inaceptable, por lo tanto, el objetivo no es otro que estimular las inversiones de riesgo, unas inversiones que beneficiarán la economía y animarán a los inversores a maximizar esfuerzos.
Otra prohibición es el denominado Gharar (especulación, ambigüedad). No se pueden llevar a cabo transacciones financieras altamente inciertas o que puedan causar engaño a cualquiera de las partes implicadas. La transacción debe llevarse a cabo libre de incertidumbre y especulación, de forma que ambas partes posean total conocimiento del negocio que comparten.
Con ello lo que se pretende es proteger a los más débiles de cualquier posibilidad de engaño al mismo tiempo que se persigue que jamás se garantice de forma preestablecida ningún tipo de ganancia. En este sentido los bancos islámicos no pueden ofertar contratos de futuros u opciones, ya que son considerados no islámicos al llevar aparejados unos elevados niveles de incertidumbre.
Igualmente se prohíbe la financiación de actividades ilícitas e inmorales o no adecuadas a la Sharia, como pueden ser las inversiones en alcohol y todo lo relacionado con él, productos derivados del porcino, la industria pornográfica, los juegos de azar, etc…
Te puede interesar: Entrevista a Telepizza: ¿Cómo construir una marca con propósito?
El portafolio de productos que ofrece la banca islámica es más amplio de lo que a priori pudiera parecer. Entre otros se podrían destacar las cuentas de ahorro, sin intereses pero con obsequios (hiba), los contratos participativos de inversión o financiación (Mudaraba o Musharaka), en los que la entidad puede asumir el papel de emprendedor de un negocio con los ahorros depositados por el cliente, o el cliente puede asumir ese mismo rol con la financiación recibida de la entidad financiera.
Así, se constituye una relación de socios entre el banco y el cliente, asumiendo cada parte los riesgos y beneficios derivados del proyecto, los contratos de crédito, e incluso los contratos hipotecarios en los que no existe ningún tipo de comisión, ni están sujetos a la variación de ningún índice de referencia, ya que la entidad financiera no presta el dinero, sino que adquiere el inmueble en primera instancia, acordándose una cantidad a pagar más un diferencial que debe ser satisfecho por el cliente en uno o varios plazos.
De todas formas, hay que tener en cuenta que el desarrollo de la banca islámica no se circunscribe únicamente a los bancos islámicos cuyos estatutos fundacionales se basan exclusivamente en la sharía y están ubicados en países árabes. Grandes bancos internacionales ofrecen a sus clientes ciertos productos que cumplen con los preceptos marcados por la sharía. Bancos como BNP, HSBC, Deutsche Bank, ABN Amro, UBS, Standard Chartered o Barclays ofrecen o han ofrecido a sus clientes musulmanes algunos productos puramente islámicos.
En el caso del banco suizo UBS, la entidad ha abierto además diversas oficinas en Oriente Medio ofreciendo productos financieros totalmente compatibles con la sharía. También el británico HSBC cuenta con dos filiales en Malasia y Arabia Saudí que operan como bancos puramente islámicos. Igualmente, el también británico Standard Chartered Bank viene ofreciendo productos y servicios acordes con la sharía en Malasia desde el año 1993 y desde el año 2003 en Emiratos Árabes Unidos, Paquistán y Bangladesh.
2 Comentarios
Excelente artículo! Interesante y para tener en cuenta si se quisiera invertir. Además creo que se rija según los lineamientos de su religión hace que haya un trasfondo ético y no solamente de lucro que tiene la banca occidental.
Saludos Colegas!
Muchísimas gracias por tu comentario Andrés. Para nosotros es un auténtico placer contar con Máximo Santos en nuestro claustro docente del Máster Oficial Online en Dirección y Planificación Financiera.
Gracias por seguir nuestra #RevistaUEMC Business School.